Un modelo elitista de democracia

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Los defensores del modelo elitista de democracia dividen la sociedad en una minoría gobernante -la élite- y una mayoría no gobernada -las masas-. Las masas no están interesadas en la política, no tienen los conocimientos necesarios ni la información completa, no son capaces de tomar las decisiones correctas, por lo que ceden voluntariamente a la élite el derecho a dirigir el proceso político. La participación política de las masas se limita a las elecciones porque la mayoría de los ciudadanos son irracionales, incompetentes y tienen preferencias inestables. Además, el aumento de la participación cívica lleva a socavar la estabilidad y la eficacia, cuyo logro no es el objetivo principal de la democracia.

El progenitor del concepto elitista de la democracia es Joseph Schumpeter, quien argumentó que la democracia no significa que el pueblo gobierne directamente. «La democracia sólo significa que el pueblo tiene la opción de aceptar o no aceptar a las personas que se supone que le gobiernan». El método democrático se define por la existencia de una libre competencia por los votos entre los aspirantes al liderazgo.

El famoso pensador político señala cuatro condiciones para el éxito del método democrático: en primer lugar, alta calidad del material humano elegido para las estructuras de poder; en segundo lugar, limitación de la esfera de la toma de decisiones políticas, que viene determinada por la calidad de las personas en el gobierno, el tipo de mecanismo político y la opinión pública; en tercer lugar, posibilidad de control por parte del gobierno democrático de la burocracia en todas las esferas de la actividad estatal; en cuarto lugar, disponibilidad del autocontrol democrático,

J. Schumpeter subraya la importancia de la toma de decisiones por parte de una élite experimentada y competente, con un control limitado por parte de los ciudadanos. La función de los ciudadanos es elegir-cancelar al gobierno o elegir intermediarios para ello. Según el método democrático, el partido con más apoyo de los votantes llega al poder. Las elecciones son sólo un medio para que la élite se sienta responsable de las decisiones políticas.

La competencia entre líderes potenciales es el sello de una democracia elitista en la que todos son (pero sólo en principio) libres de competir entre sí en las elecciones, por lo que son necesarios algunos derechos cívicos. El único tipo de participación disponible para los ciudadanos de a pie es el proceso electoral, ya que todas las demás formas de participación serían un intento de controlar el poder por su parte y podrían conducir a una negación del liderazgo. Entre elecciones, los votantes deben respetar la división del trabajo entre la élite y la sociedad y entender que no deben hacer política hasta las siguientes elecciones. En este modelo de democracia, la mayoría (las masas) obtiene el máximo beneficio (la élite toma las decisiones correctas) al mínimo coste (la participación política exclusivamente en las elecciones).

La teoría elitista permite cierto grado de movilidad social, permitiendo que los grupos no elitistas se conviertan en élites.

Elitismo no significa que los que están en el poder estén constantemente en conflicto con las masas o que siempre logren sus objetivos a expensas del interés público y no es una conspiración para suprimir a las masas. T. Dye y L. Ziegler explican la teoría elitista en los siguientes términos:

  • Una minoría con poder, que distribuye los bienes materiales, y una mayoría, que no determina la política pública;
  • Las élites están formadas predominantemente por miembros del estrato socioeconómico más alto de la sociedad;
  • La transición de las élites debe ser lenta y prolongada para mantener la estabilidad y evitar el radicalismo
  • Las élites están unidas en su enfoque de los valores fundamentales del sistema social y la preservación del propio sistema;
  • La política pública no refleja las demandas de las masas, sino los intereses dominantes de la élite;
  • las élites gobernantes están sometidas a una influencia directa relativamente escasa de la parte indiferente de los ciudadanos.

Así, el modelo de democracia de élite retira la responsabilidad de la toma de decisiones políticas de los ciudadanos de a pie y la pone en manos de líderes más informados y experimentados en asuntos políticos. Los críticos de este esquema argumentan que es una forma débil de democracia, ya que la reducción del papel de los ciudadanos en el proceso democrático puede conducir a la pérdida de interés en la política, la apatía y la alienación.