Un enfoque evolutivo para el estudio de la democracia

democracia

La teoría sistémico-evolutiva de Niklas Luhmann. La teoría política, entendida como una generalización de la experiencia, la práctica social y política, que refleja las regularidades objetivas del desarrollo de la sociedad, utiliza métodos de ramas del conocimiento afines o cercanas, incluidas las que estudian la naturaleza y la sociedad. Por ejemplo, las teorías evolutivas -transformismo, lamarckismo, darwinismo- se basan en el supuesto de que todas las especies de organismos existentes evolucionaron a partir de otras preexistentes mediante su cambio a largo plazo. En un contexto social, las teorías evolutivas consideran que un estado particular de un sistema es el resultado de un cambio más o menos prolongado de su estado anterior.

Utilizando un enfoque evolutivo para el estudio de las sociedades, el científico alemán Niklas Luhmann describe la dinámica de la evolución en todos los grandes ámbitos de la socialidad: derecho y política, ciencia y educación, religión y arte, economía y amor. La premisa básica de la teoría de la evolución, en su opinión, es que «la baja probabilidad de ocurrencia de un fenómeno se transforma por la evolución en una alta probabilidad de su persistencia».

En el sentido moderno, la evolución es la idea de los cambios en la sociedad y la naturaleza, su dirección, orden y patrones; y en un sentido más restringido, la idea de un cambio lento y gradual, en oposición a la revolución.

La aplicación del enfoque evolutivo al análisis de las sociedades contradice, por ejemplo, las concepciones teleológicas3 , que atribuyen a los procesos la capacidad de fijar objetivos, según las cuales todo desarrollo es la realización de metas predeterminadas por Dios o la naturaleza.

Niklas Luhmann aborda la premisa sistémica de la evolución en contraposición a las teorías del siglo XIX que se fijaban en el individuo para explicar el proceso evolutivo. La teoría de sistemas distingue entre el sistema y el mundo externo que influye en él. A su vez, la diferenciación del sistema y el mundo exterior hace posible la evolución, es decir, ningún sistema puede evolucionar a partir de sí mismo. Por evolución sistémica, Luhmann entiende el hecho de que los cambios estructurales pueden tener lugar intrasistemáticamente (autopoiéticamente), pero deben tener éxito en el mundo exterior. La diversificación y multiplicación evolutiva de los sistemas representa la diversificación y multiplicación de los mundos externos. Como condición mínima, la evolución implica la adaptabilidad del sistema al mundo exterior.

Este enfoque es aplicable al estudio de la democracia como forma de organización política de la sociedad, que puede considerarse un sistema. El mundo exterior para un sistema político democrático puede ser la esfera económica, social y espiritual de la sociedad, los sistemas políticos de otros estados. Para una consideración más estrecha de un sistema -una institución política, por ejemplo- el mundo exterior sería el sistema político de la sociedad.

La teoría evolutiva ha revelado serias dudas sobre la hipótesis de que por selección natural sobreviven los sistemas más adaptados. Mientras que algunas especies animales pueden existir sin cambios durante millones de años, otras evolucionan bajo la presión de la adaptación. Lo mismo ocurre con los sistemas sociales: algunos de ellos permanecen sin cambios durante mucho tiempo, lo que sólo indica que aún no se han producido los cambios en el mundo exterior existente que llevarían a una evolución inevitable de estos sistemas. Como observa Luhrmann, «dentro del estado general de adaptación, pueden surgir no-adaptaciones cada vez más audaces, al menos hasta que se interrumpa la continuación de la propia autopoiesis».2 La autopoiesis se considera aquí una adaptación intra-sistema.

Para los sistemas autopoiéticos, un estado de adaptación es un prerrequisito, no un resultado, de la evolución porque ésta destruye su material si ya no es capaz de garantizar un estado de adaptación. La autopoiesis es la autorreproducción en el cambio, el desarrollo, la capacidad de un sistema para recrear sus componentes básicos, asegurar su coherencia, ordenamiento, mantener su propia identidad, autoidentidad, distinción con el entorno y simultáneamente producir cambios dentro de sí mismo, proporcionar nuevos elementos, nuevas dependencias y conexiones.

La evolución, como demuestra la práctica histórica, no siempre conduce a la complicación del sistema. No existe una dependencia lineal, por lo que tanto los sistemas simples como los complejos pueden adaptarse eficazmente al mundo exterior. Además, los sistemas altamente complejos pueden colapsar y perder valor, y en el curso de la evolución pueden ser sustituidos por otros simplificados. Al mismo tiempo, los sistemas complejos, bajo ciertas condiciones, crean una susceptibilidad más diferenciada del sistema a las influencias externas e internas.

Las estructuras parecen estables si otras estructuras imponen una reaplicación de las primeras. Dado que las estructuras sólo se plasman en la coordinación del proceso continuo de transición de una operación a otra, la comunicación resulta decisiva para hacer posible la evolución de las estructuras sociales. Los significados verbales o las expectativas de significado, según Luhrmann, son los genes de la comunicación.

En la teoría de la evolución la importancia del azar es grande. Luhmann describe su significado de la siguiente manera: «…el sistema sustituye su necesidad de un conocimiento completo del mundo exterior por una actitud hacia algo que es accesorio. La evolución sólo es posible gracias a ella». Sugiere que el azar es «una conexión entre el sistema y el mundo exterior, que escapa a la sincronización de los medios del propio sistema». La aleatoriedad, continúa el autor de la teoría, es «la capacidad del sistema de aprovechar acontecimientos que no pueden ser producidos y coordinados por el propio sistema… Desde este punto de vista, la aleatoriedad es el peligro, el azar, las circunstancias favorables».

En este contexto, podemos hablar de emergencia: un cambio repentino (aleatorio) en la naturaleza del desarrollo del sistema, que es una de las características de la evolución. El emergentismo implica una falta de propósito, una falta de ciertos patrones en los que se intenta construir un sistema político. Se basa en la incertidumbre, que se caracteriza por la falta de datos.

Respecto a las condiciones favorables que influyeron en el desarrollo de las ideas y procedimientos democráticos, el politólogo estadounidense Robert Dahl dijo: «Me parece que el triunfo de la democracia está determinado en gran medida por una serie de accidentes felices. Pero estos accidentes también dependen de lo que hagamos nosotros mismos». Este planteamiento es compartido por N. Luhmann, quien sostiene que «la teoría de la evolución se aproxima a la teoría de la espera de los accidentes útiles, y esto, sobre todo, implica la existencia de sistemas -capaces de estabilidad y/o reproducción- que saben conservarse y -esperarse-«.